¿Has escuchado alguna vez hablar de la calidad organoléptica del jamón? Pese a que pueda parecer, al escuchar este término, que estamos hablando de algo muy complejo, nada más lejos de la realidad. Y es que es un concepto que hace referencia a algunos puntos clave a la hora de hablar de su calidad: su sabor, su aroma, su apariencia y su textura. Hoy te vamos a enseñar todo lo que debes saber para comprender cuáles son las características sensoriales de una pieza de jamón, ¡así que sigue leyendo!

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Definición de calidad organoléptica
Comencemos con lo más básico. Y es que, cuando hablamos de la calidad organoléptica de un producto alimentario, sea este cual sea, hablamos de un concepto fundamental a la hora de evaluar su calidad. Estamos hablando de cómo nuestros sentidos aprecian realmente esta carne, haciendo hincapié en la vista, el olfato, el gusto y, por supuesto, el tacto.
Es decir, que hablamos de una forma de poder señalar cuáles son las propiedades de esta carne, de señalarnos su calidad de verdad. Es casi como si nos estuviéramos refiriendo a la experiencia que vamos a tener cuando probemos una loncha de ese jamón.
Son muchos los factores que inciden de forma directa en la calidad organoléptica de cada una de las piezas: el cerdo, su raza, su alimentación, el tipo de vida que tenga, el proceso de curación… Pero también la conservación que hagamos nosotros del producto. ¡Así que debes tener especial cuidado con esta!
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Propiedades organolépticas del jamón
A continuación, vamos a analizar de forma detenida todas las propiedades organolépticas que hemos de valorar en un jamón para determinar su calidad. Como hemos señalado, estas son su aroma, su sabor, la textura que tenga y, por supuesto, su apariencia a nivel visual. Pero tampoco podemos olvidar la importancia que tienen los cortes que nosotros, como consumidores, realicemos, puesto que también influirá.
Aroma
Comenzamos con una de las propiedades organolépticas más importantes en cualquier jamón que se precie: su aroma. Y es que esto es algo que distingue a un jamón bueno del resto. En el mismo momento en el que cortes la primera loncha, debes poder reconocer ese tradicional aroma: complejo, intenso, que nos deja entrever el sabor de la carne curada en sí.
Pese a que pueda parecerte que el sabor es más importante que el aroma, no es del todo así. Y es que este olor es la antesala del placer que posteriormente tendremos al degustar la carne, e influye notablemente en el sabor que posteriormente notemos.
Como curiosidad, debes saber que estos matices dependen de la raza del cerdo, de la cantidad de grasa que tenga, su alimentación, su curación e incluso su proceso de salazón.
Aspecto visual del jamón
Y si el olor es importante, la apariencia no lo es menos. Al fin y al cabo, comemos en primer lugar por los ojos, así que su aspecto visual debe ser crucial. No hablamos solo de su color, o de lo lustroso que este sea, sino también de la presentación que tú realices de este a la hora de lonchearlo.

En el aspecto visual influye el grosor de la loncha, la distribución de la grasa infiltrada dentro de la carne, así como el color de esta. Es importante que la grasa sea translúcida, puesto que este es un indicativo claro de que el jamón se ha curado adecuadamente.
Además, también hay que tener en cuenta tanto la piel como la corteza del jamón. Esta debe estar totalmente limpia, así como libre de impurezas y de posibles desviaciones de lo que consideramos normal.
Coloración y aspecto del corte
Como hemos señalado antes, el color es un aspecto crucial de la calidad organoléptica de una pieza de jamón. Es imprescindible que la carne sea roja, intensa y uniforme, sin que tenga manchas o zonas que podamos considerar descoloridas. Y es que la presencia de estas manchas nos puede hablar de una mala curación, un mal mantenimiento o, incluso, de la presencia de insectos en el interior del jamón.

La grasa infiltrada en la carne le dará ese toque brillante, tan propio del jamón, que nos habla de su innegable calidad. Lo mismo sucede si cuenta con un buen marmoleo; es decir, con unas vetas de grasa que se distinguen claramente, y que nos dejan anticiparnos al sabor que esa grasa dejará en nuestro paladar.
Junto a todo esto, es imprescindible que el corte del jamón sea limpio y no tenga ningún tipo de rasgaduras. Esto será lo que nos aportará la sensación de que ha sido cortado por una mano experta, y hará que podamos apreciar mucho mejor tanto el sabor como la textura.
Sabor
Aunque la propiedad organoléptica que más apreciamos del jamón es, sin lugar a duda, su sabor. Este debe ser intenso, pero a la par estar equilibrado. Es un sabor muy complejo, capaz de hacer que nuestro paladar se derrita a su tacto. Normalmente, combina a la perfección el salazón con el ahumado, un toque dulce y ciertos matices de hierbas, e incluso de frutos secos. Y, aunque ahora vamos a profundizar en ella, debes saber que la textura es crucial a la hora de notar el sabor al completo del jamón.
En realidad, uno de los puntos más importantes de todo jamón es que, detrás de ese sabor, lo que encontramos es el resultado directo de un trabajo arduo. En primer lugar, de la clasificación del cerdo por su raza. Pero, además, por su alimentación, su curación, su salazón… Todo esto influye en el resultado final, y nos habla del esfuerzo que hay que realizar para poder disfrutar de un producto tan excelente como este.
Textura
Por último, hemos de ahondar en la textura en sí del jamón. Y es que es crucial, como todos los parámetros que hemos mencionado hasta ahora. Debe ser suave, firme, jugosa, una mezcla que se perciba desde el primer momento al masticar. Y esto se debe a la grasa infiltrada que trae consigo, que se fundirá al contacto con tu paladar y te permitirá disfrutar de un sabor increíble.
Como habrás podido comprobar, la calidad organoléptica de un jamón no nos habla de un parámetro solo, sino de un conjunto de propiedades sensoriales que, unidas, nos permiten disfrutar de un producto de sobresaliente.
Conclusiones
La calidad organoléptica es un aspecto fundamental para aquellos que aprecian el verdadero arte del jamón. Más allá de su aspecto visual o de su textura, la calidad organoléptica representa la suma de sensaciones, aromas y sabores que nos transportan a la esencia misma de la excelencia en el mundo del jamón.
Es a través de la calidad organoléptica que se puede apreciar la verdadera excelencia en un jamón, identificando matices sutiles, aromas delicados y sabores que se despliegan en el paladar, logrando una experiencia sensorial única.
Para los amantes del jamón, la calidad organoléptica no es solo un estándar, es un viaje sensorial que despierta los sentidos y desencadena emociones. Apreciar cada matiz, desde el color y aroma hasta la textura y sabor, es la verdadera forma de comprender y valorar la calidad excepcional en cada loncha de jamón.
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